La sumisión: don o maldición

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Los pocos, los orgullosos, los marines. Precioso lema. Que yo he decidido robar para los hombres sumisos, los eternos incomprendidos. Yo soy uno de ellos.

Y soy uno de ellos porque he pasado por todas las etapas por las que, indefectiblemente, pasa todo hombre sumiso. En una sociedad machista, dominada por los sempiternos valores asociados al macho alfa (y alfalfa), no es fácil asumir que piensas que tu lugar es a los pies de una mujer.

Pero,  un día das el paso. Conoces a personas dentro de la comunidad BDSM. Y por fin encuentras a gente como tú. Y descubres un nuevo mundo, en el que puedes compartir lo que siempre has llevado dentro. Ante ti se abre un universo de personas y roles. Amas, Amos, dominantes, bratz, daddies, littles, primals, los que están evolving, sumisas (muchas sumisas) pero………, donde están los sumisos???????  ¡Anda!, pero si resulta que tampoco los hay aquí. Y entonces te das cuenta que los mismos estereotipos que imperan en el mundo vainilla funcionan también aquí. Ser hombre sumiso es algo así como un oximorón. Algo así como político honrado. No se puede ser las dos cosas a la vez. Si eres sumiso no eres hombre. O al menos, no un hombre de verdad. No importa quién seas, ni lo que seas. Eres un sumiso. Lo inferior a lo ínfimo. Lo peor de lo peor.

Y ves, y miras, y observas. Y ves a muchos hombres como tú. Actuando como tú. Pero les preguntas, y te dicen que son cualquier cosa. De todo. Switches, undecided, evolving, curious (todo suena tan sofisticado in English). Lo que sea. Pero la palabra mágica, sumiso, como que no. Yo soy un hombre, que diablos, por quién me has tomado?????

Y entonces un día, una mujer acepta tu sumisión. Y se convierte en tu Ama. Y descubres lo bello que es entregarte. Lo hermoso que es que acepten tu sumisión. Y descubres sensaciones fuera del alcance de cualquier relación vainilla. Y te das cuenta de que todo encaja. Que, después de todo, todo tenía sentido.

Y te sientes importante. Y te sientes valorado. Y te sientes seguro de ti mismo. Tu sumisión, tu entrega, no te convierten en un ser inferior. No eres menos hombre por eso. Todo lo contrario. Te sientes orgulloso, porque eres consciente de que someterte a tu Ama, convertirla en el objeto de tu adoración, de tu veneración, no solo la ensalza a Ella sino a ti mismo también.

Y te sumerges en la sumisión. Cada vez más profundamente. Conviertes a tu Ama en tu Diosa. Pero ese delicado equilibrio entre la divinidad y la humanidad (como diría una amiga a la que admiro) es frágil. El sumiso necesita ser sometido. Necesita que su sumisión sea aceptada. Necesita que se le recuerde que su entrega tiene sentido. Necesita adorar, idolatrar, deificar a su Ama. Es una enorme responsabilidad. Las recompensas pueden ser inmensas. Pero el coste también.

Toy

 

 

 

 

4 thoughts on “La sumisión: don o maldición

  1. Yo considero que el sumiso tiene una enorme valentía. Capaces de subvertir lo establecido os posicionais contra educación y prejuicios ya muy rancios a estas alturas y, sin embargo, lamentablemente vigentes. Los sumisos verdaderos tenéis todo mi respeto y admiración porque no es fácil.
    Cierto es que una relación Femdom es complicada. Mucho. Ser objeto y sujeto de admiración con nuestros días buenos, malos y patéticos es complicado para las dos personas que integran la relación. O las personas que la formen. Nada es fácil ni sale de gratis. Siempre hay mucho trabajo y esfuerzo detrás.
    Estas construyendo un buen blog, espero que sigas escribiendo con la lucidez que transmiten tus entradas. Es necesario que se escuche al sumiso y muy pocos hablan.
    Un saludo
    Scheherezade Dom

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  2. Hola, llego un año después de que lo has escrito, pero no puedo dejar de decir que me ha gustado mucho, sobre todo los 3 últimos párrafos. No hace mucho que sé que soy Sumiso, no conocía la “etiqueta”, no conocía el BDSM, mi esencia supo llevarme por el camino correcto, pero fuera de internet, no existía, sin comunidad, sin información, y me perdí un tiempo, más bien nos perdimos, Mi Ama y yo, y aunque juntos, no nos habíamos reconocido del todo, y después de 24 años de relación, un bache en su vida me hizo ver que necesitaba sacar a flote esa Dominante que se había quedado relegada, que de ahí sacaría las fuerzas que le faltaban, y me ofrecí a sus pies, le rogué que me tomara por lo que era, su esclavo, y con mucho aún por recorrer y conocer, somos más felices y libres que nunca.
    Un saludo.

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